En septiembre de 2023, Sandra Aza debutaba con Libelo de sangre, un ambicioso drama histórico que arrancaba en el sucio Madrid de 1620. Allí, Alonso debía defender, ante la Santa Inquisición, la inocencia de sus padres, acusados de un crimen en el que muchos ven símbolos de magia negra.

Tras el éxito de la primera entrega, Aza regresa con Estirpe de sangre, el punto y final de esta bilogía. Aventuras, desgracias, venganzas y, por fin, la restauración del honor de los Castro.

Ha escrito dos novelas que suman cerca de dos mil páginas. ¿Por qué hacer una bilogía cuando el material da para saga?

Cuando empecé a escribir esta historia no tenía la intención de dividirla. Creí que era una aventura en un vuelo directo, sin escalas, sin libros adicionales. A mitad de la propia historia, presentí que aquello no iba a terminar en una duración normal, que se iba a alargar muchas páginas. ¡Y no hay libros de casi dos mil páginas!

Es difícil que te publique una editorial tan potente como Planeta. Es complicado sacar al mercado un texto de ochocientas páginas. Llámeme quisquilloso, pero quizás no era la mejor premisa para un debut.

Yo tenía la felicidad del ignorante. Hice mi novela y no pensé en las ochocientas páginas. Confiaba en mi novela, tenía fe en ella y tampoco me puse a escribir pensando que iba a terminar en Planeta. Me dediqué a escribir porque llevaba una historia dentro y necesitaba sacarla. Después es como que todo ha ido solo. Era el destino y ha sido mi suerte, tras lucharlo mucho he cumplido un sueño. Cuando crees en un sueño lo creas.

A pesar de tratarse de una continuación, ¿puede leerse Estirpe de sangre de manera independiente?

Perfectamente. El que haya leído Libelo de sangre se va a encontrar con la segunda parte, pero si llegas directamente a Estirpe de sangre, todas las alusiones al primer libro son muy concisas para permitir que el lector se ubique sin problema y hacer que funcione Libelo como una especie de precuela.

En relación a la Inquisición española afirma que, con el paso de los años, la realidad se ha deformado.

Cuando me puse a escribir Libelo de sangre, empecé a estudiar sobre la Inquisición española. Me interné en esa investigación con todos los mitos y clichés que nos habían contado. Cuál es mi sorpresa cuando descubro que España no fue la inventora de la institución (se creó en Italia en el siglo XII). Hubo varias inquisiciones a lo largo y ancho de Europa y todas fueron muchísimo más sangrientas y crueles que la nuestra.

¿Eso es una teoría o puede demostrarse?

Curiosamente, solo la Inquisición Española transcribía todos los pleitos. Está escrito. Muchísimos estudiosos han sacado, a raíz de esas sentencias, el número de víctimas. En tres siglos y medio que estuvo vigente la Inquisición en España hay entre cinco mil y diez mil víctimas. ¡Es un número espantoso, por supuesto! Pero Alemania quemó por brujas a cinco millones de mujeres; en la noche de San Bartolomé, en una sola noche de 1592, fallecieron tres mil personas en París e Inglaterra carga a sus espaldas con tres millones de ajusticiados. A pesar de existir estos datos, no paran de decir que fuimos unos fanáticos y unos salvajes. No es cierto. Han creado una leyenda negra que pone de manifiesto nuestros pecados para así eclipsar los suyos. Europa nos ha usado como el vertedero de todas sus miserias.

Sorpréndame y desmónteme otro mito.

La etiqueta de xenofobos que recae sobre los Reyes católicos. Solamente se habla de la expulsión de los judíos por parte de los Reyes Católicos en 1492, pero nunca se dice que mucho antes, en el siglo XII y en el siglo XIII, fueron expulsados por Inglaterra, Francia y Alemania. ¡Los judíos se venían a España porque era uno de los lugares más seguros de Europa! Mientras España no quiso participar de esa corriente europea, decían que éramos un nido de herejes. Cuando después de una presión política brutal los Reyes Católicos ceden y firman el decreto de Granada reciben el beneplácito de todo el mundo. Si hasta la Universidad de la Sorbona les escribe una carta felicitándoles porque, al fin, habían entrado en la modernidad y la razón.

¿Cuánto tiempo lleva viviendo en el Siglo de Oro?

Demasiado. Creo que me estoy volviendo loca. Empecé a investigar en 2016 y me pasé tres años documentándome. Creía que lo sabía todo y, a medida que estudiaba, me daba cuenta de que no tenía idea de nada. Y trataba de saber más y más y más… Al final era como una especie de obsesión. Llegó un momento en el que estaba totalmente abducida y de tanto intentar empaparme de ese idioma, porque es un idioma diferente, casi me he hecho bilingüe.

Ha sido abogada en un prestigioso bufete, ha sacado dos oposiciones y escrito un par de libros de muchísimas páginas. ¿Es de verdad?

Eso lo cuentas así… pero no. Te aseguro que soy muy terrenal. Trabajaba en un despacho de abogados y quería escribir, pero cuando ejerces la abogacía es muy difícil, no hay tiempo. Simplemente me saqué las oposiciones porque necesitaba trabajar solo por la mañana. Como decía Cela: no hay escritores de domingo. Se trata de escribir todos los días, dedicarle muchas horas y mucho sueño. Yo esto no lo sabía. Si lo llego a saber, a lo mejor Libelo de sangre no existía. Yo no tengo hijos y eso es lo que me ha permitido parir dos de papel.

Estirpe de sangre” ha sido editado por Planeta. Las fotografías que ilustran este reportaje son obra de Javier Ocaña y Esto pasa en Galicia.

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