En Persiguiendo a Bécquer, Miguel Lago nos cuenta la historia de un hombre que, desde una humilde aldea gallega, consiguió ser una de las grandes estrellas del mundo del espectáculo. Narcisista, arrogante y venido a menos, Bécquer regresa a España y se presenta en el Teatro Real. Todo cambia cuando los focos caen al suelo, desencadenando un peligroso efecto dominó. ¿Quién quiere matar a un cómico?

¿Estás en el mejor momento de tu carrera?

Yo diría que sí. Y lo bonito es que hace unos meses respondería de la misma manera. Y creo que hace un año también te diría que sí. Seguimos subiendo escalones, poquito a poco.

Hace cinco años te diría que no.

Tu cara me suena ha significado en mi carrera algo increíble. El momento televisivo es bueno, el teatral excelente y presento una novela que tiene una acogida fantástica.

¿Qué necesidad tenías de escribir una novela?

En primer lugar, las ganas de contar historias. Llevo escribiendo toda mi carrera. Todo lo que hago lo escribo yo. Era un paso lógico. Además, soy licenciado en filología hispánica. La literatura no me es ajena.

Pero escribir requiere mucho tiempo. Insisto, ¿qué necesidad?

La necesidad personal de hacer un ejercicio de rigor, de enfrascarme en una historia. Bécquer era un personaje que tenía en la cabeza desde hacía tiempo. Y también la necesidad, más deseo, de completarme como artista. Ya me habéis visto haciendo humor, actuando, cantando, bailando, en tertulias… pues ahora también me vais a leer. La necesidad, en cualquier caso, de una búsqueda personal, de tocar diferentes palos del arte. La literatura, insisto, ha estado presente en toda mi vida. Yo iba para profesor de literatura.

Entonces tu gran secreto no es que seas bígamo o tengas un hijo secreto. ¡Este tío es filólogo!

Uno de los miedos que tengo es que, como soy humorista, parezca una novela de chichinabo. Una chorradita, de reírte.

Y no, Persiguiendo a Bécquer, es una obra con cierto peso.

Es una novela divertida, no de humor.

Te ríes por la manera que tiene Bécquer de enfrentar la vida. No es una novela de carcajada porque es una intriga policial y, sobre todo, es una novela de personajes. A medida que escribía, entendí que el peso de la novela no era tanto el humor sino el sufrimiento cotidiano de sus protagonistas.

Hablas de personajes, pero es una novela donde has puesto voz a muchas mujeres.

Era un reto muy grande. No quería que Persiguiendo a Bécquer fuera una novela machirula donde ellos lo guisan y lo comen. ¡A ver si ahora solo Almodóvar sabe escribir personajes femeninos! Me han quedado bien y además muy distintas, alejadas del tópico de cómo, por ejemplo, debe ser una policía o la mujer de un artista.

También te ha quedado bien ese referente constante a Galicia.

Es que la novela es muy gallega. Recreé Galicia, en general. No se dice en qué aldea vive, pero la carrera de Bécquer empieza como la mía: escuchando a Cándido Pazó, a Carlos Blanco, a Pepo Suevos… a todos esos narradores gallegos maravillosos.

Desde el primer momento tenía claro que Bécquer iba a ser gallego. Eso le aporta al personaje una impronta de sarcasmo, ironía e inteligencia.

Persiguiendo a Bécquer” ha sido editada por Espasa.

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