Sargadelos, la icónica firma de cerámica gallega con más de dos siglos de historia, atraviesa un momento crítico. A pesar de sus buenos resultados económicos y su expansión a nivel nacional e internacional, la incertidumbre planea sobre la emblemática factoría de Cervo tras el anuncio de su cierre por parte de su administrador único, Segismundo García.
El empresario comunicó este miércoles a la Inspección de Trabajo su decisión de cesar la producción en la planta debido a las dificultades para cumplir con la normativa vigente y las exigencias de seguridad. La noticia llega después de recibir una multa de 5.000 euros y un informe con 36 deficiencias, además de señalar la existencia de hasta 283 incumplimientos adicionales.
El cierre afecta a unos 80 empleados de la fábrica de Cervo y ha generado desconcierto entre el conjunto de los trabajadores del grupo, que suma cerca de 200 empleados entre las plantas de Cervo y O Castro (Sada). En una carta dirigida a la Inspección, García expresó su frustración con el marco regulador, asegurando que la dirección no se siente capacitada para acometer todas las exigencias en el tiempo requerido y que el proceso burocrático para adaptar las instalaciones, catalogadas como Bien de Interés Cultural, se prolonga entre seis meses y un año.

Desde el Ministerio de Trabajo justifican la sanción por la falta de medidas de protección ante la exposición a sílice cristalina, lo que ya habría derivado en un caso de silicosis en una trabajadora. La Inspección de Trabajo ha insistido en la necesidad de corregir estas deficiencias para garantizar la seguridad laboral.
Por su parte, la Consellería de Emprego confía en que se pueda encontrar una solución que garantice la continuidad de la planta, la protección de los trabajadores y la preservación del patrimonio cultural que representa Sargadelos. Desde la administración autonómica recalcan que las exigencias impuestas no implican necesariamente el cierre de la fábrica y han mostrado su disposición a colaborar en la búsqueda de alternativas.
Este conflicto pone de relieve las dificultades a las que se enfrentan las empresas en su adaptación a normativas laborales y de seguridad, así como el impacto que estas situaciones pueden tener en el tejido económico y social de Galicia. La incertidumbre sobre el futuro de Sargadelos no solo afecta a sus trabajadores, sino también a la identidad cultural e industrial de la comunidad. La esperanza reside ahora en el diálogo entre las partes para encontrar una salida que evite la desaparición de un símbolo empresarial gallego.





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